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miércoles, 21 de septiembre de 2011

El alma





Nos enseñaron desde niños cómo se forma un cuerpo.

Sus órganos, sus huesos, sus funciones sus sitios.

Pero nunca supimos de qué estaba hecha el alma.

¿Será de sentimientos, de ensueños, de esperanzas?

¿De emociones, de tirrias, de estupores.?

Lo cierto es que, ignorada, el alma arde en su fuego.

Tiene espasmos oscuros, punzadas de ternuras, suburbios de delirio.

¿Será tal vez una inquilina del corazón? ¿O viceversa?

Entre ellos no hay fronteras ¿O será la asesora principal de la mente?

¿O viceversa?

Entre ellas no hay disputa. O será capataz de la pobre conciencia?

¿O viceversa?

Entre ellas no hay acuerdo.

El alma tiene hambres y cuando está famélica

Puede herir, puede armarse de enconos o de furias.

No hay que pensar que el alma es un tul de inocencia

 

ajeno a los agravios que sufren cuerpo y alma

En el alma se forman abscesos de rencores,

 

tumores de impaciencia, hernias de desamparo

El problema es que no hay cirujanos del alma, ni siquiera herbolarios

El alma es un secreto, una noción, una nube que suele anunciar llanto

Pero después de tantas búsquedas, de pesquisas inútiles y de adivinaciones

Nos queda apenas una certidumbre:

Que el alma no es el cuerpo

Que el cuerpo muere….

Y… el alma?…….                   





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